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lunes, 12 de abril de 2021

EN LA COLINA -J. FÉLIX PINÓS

Rogelio Navarro procedía del típico chico de pueblo, travieso pero formal, protestante pero trabajador, cercano a los vicios de los mayores pero cumplidor; manteniéndose siempre en el pelotón de cabeza aunque fuese por los pelos. En los trabajos y en los estudios luchó para poder seguir compitiendo. En su mocedad aprovechó una oportunidad, se aferró a ella de buen grado y su espíritu de sacrificio hizo el resto. A sus treinta años había conseguido subir los dos escalones que en un principio su limitada ambición marcó como objetivo, siendo el segundo escalón el hito definitivo de su carrera profesional. Así que una vez llegado a la humilde cumbre de su conquistada colina, una más del duro y pedregoso sistema montañoso en que estaba inmerso, solo tenía que relajarse y disfrutar las mieles de su logro. Pero mejor oigamos al propio Rogelio en la cima de su colina: 
- “He tenido bastante suerte en poder elegir de los primeros mi destino; capital pequeña o ciudad grande, como a mí me gusta. Bueno, es lo que quería, distanciarme un poco más de la ejecución, conseguir la retribución y la comodidad que da un trabajo de dirección a cualquier edad; en cuanto pase el periodo de adaptación podré relajarme y disfrutar de mi trabajo”. 
El inexcusable día a día absorbía a Rogelio en su grado de responsabilidad, con el perfeccionismo y el tesón que le caracterizaban. Pasado un tiempo de lucha continuada, Rogelio comenzó a valorar sus circunstancias. 
- “Tiene ventajas tener casi todo el trabajo en la oficina, el frío, el calor, la lluvia…., pero echo de menos mis principios como técnico, mi trabajo en el exterior, las visitas a las casas, la relación con la gente y la naturaleza, dedicarte a tus propios problemas. Claro que es mejor no asumir esfuerzos y riesgos físicos, pero añoro las cortas quedadas con los compañeros, para tomar un vino o simplemente para comentarnos o ayudarnos en algunos trabajos. Se echa de menos la calle, como si las ventajas de la oficina y el escalafón no lo compensasen. Ha cambiado el trato con los compañeros, antes eran amigos para divertirnos, para trabajar, para la familia, para todo; J.F. Pinós, 11-4-2021 Página 2 de 2 ahora es diferente, estamos más distantes, hay menos calor, poca interacción y menos confianza; claro, que en los cambios hay que empezar de nuevo”. 
- “Pensé que dejar de ser mando en primera línea amortiguaría los problemas que repercuten del personal directo, pero no es así, la presión que soporta un ladrillo no es solamente la que ejercen los ladrillos contiguos, ha de soportar la de toda la pared y la del tejado, se encuentre donde se encuentre no está más seguro por estar lejos del suelo”. 
- “Me he convertido en un especialista para lidiar con problemas, nunca tuve tantos, con tantos orígenes, ni los resolví tan rápido; problemas de arriba, de abajo, de todos lados, de los técnicos, de la empresa, de los sindicatos, organizativos, de suministro, etc, claro, que al haber tantos, unos tapan a otros, incluso a los de los Clientes, que son a los que nos debemos, pero a veces quedan tapados por los nuestros. Llegas a olvidar la satisfacción personal que representa la ejecución propia de un servicio, reparación o trabajo directamente sobre el cliente”. 
- “Ahora no me puedo bajar de la colina, porque nadie lo hace y porque dañaría mis intereses, ¿Quién me iba a perdonar algo así, un desprecio de prestigio? La verdad es que se vive mejor en la falda de la colina, más resguardado del frío afectivo y de vientos contrarios, y mucho mejor aún en el valle, en la calma de la pradera, cerca de la orilla del río que proporciona la vida para la que estamos hechos”. 
Eran momentos de debilidad, que Rogelio Navarro superaba a menudo, y continuaba de nuevo en su lucha por mejorar a su juicio lo que estaba mal y lo que estaba bien, labrándose en su andadura una vida cada vez más infeliz.